De eso hablábamos, nosotros, representantes de ventas farmacéuticas, visitadores médicos, en los pasillos de las clínicas y hospitales: de mujeres y automóviles último modelo.
Competidores comerciales, vanagloriándonos en nuestras carencias, matando el tiempo de la espera, sólo para no dejar escapar indiscreciones, los sueños reales o al médico que por fin abría la puerta de su oficina y nos dejaba pasar para escucharnos, individualmente, uno tras otro, maravillosas propuestas de venta, historias de éxito terapéutico garantizado que salían de nuestros maletines en forma de coloridos folletones y cajas de fármacos tamaño reducido; para luego seguir por otros pasillos, por otros pisos, por otros consultorios, siempre parloteando de mujeres y automóviles último modelo.