Amo las grúas desde que las vi construir las torres de Parque Central en Caracas. Cuando era niño, solía sentarme en el arco de la entrada de mi casa en San Agustín a observar a aquel bosque aéreo de cuellos interminables cuyos picos danzaban ceremoniosos, izando y colocando con precisión los materiales que hacían brotar los dos enormes troncos de concreto entre ellos. Soñaba con operar una, con...