1Era la tercera vez que los breakers se caían. El electricista jefe tuvo que pedir permiso al apartamento de al lado para tomar la electricidad desde su brequera, que era de doscientos veinte vatios y podía aguantar sin problema la carga de las luces. Sin embargo, el productor de campo se negaba a pagar un solo centavo por ese servicio, ya que si el sistema eléctrico de la locación no aguantaba...