26 de enero de 1.986.
Mi Doctor dijo que adicional a mi terapia, sería buena idea llevar un diario, me parece una absurda y estúpida idea, no me prestaré a ésta payasada.
27 de enero de 1.986
Confronté a mi terapeuta, le dije lo absurdo e irracional que es escribir lo que pienso en un cuaderno, debe ser quizás que cree que el desahogar mis pensamientos en estas líneas, me libera de alguna manera, pero mi terapeuta ignora muchas cosas, aunque ahora empiezo a plantearme seriamente escribir una especie de bitácora cada vez que tenga algún “episodio” como lo llama.
Por ejemplo los noticieros se han vuelto locos, el 25 hubo otro ataque, una mujer joven parece, por lo que describen parece ser un ataque de algún sádico, una bestia enferma que no conforme con asesinar, veja de forma inclemente a su víctima, tengo miedo, siento que la ansiedad se apodera de mi nuevamente, no quiero salir.
24 de febrero de 1.986
El ataque de pánico de hace unas semanas me paralizó, he tenido otras sesiones con mi terapeuta y he optado por escribir solo cuando siento que la ansiedad me desborda, hoy es ese día, es el maldito día, lo bueno de los calendarios es que ya sé lo que va a pasar, lo que incrementa mi angustia es que no puedo controlarme, pensé que venir a esta ciudad cambiaría lo que pasa de alguna forma, pero maldición, es peor.
25 de febrero de 1.986.
Tengo pedazos de recuerdos, flashbacks le llaman, pequeños fragmentos pintados en rojo, intentar escribir lo que siento en días como el de ayer no es fácil, pero de alguna forma pensar en esto me permite comprender lo que me ocurre, siento nauseas porque llegan los recuerdos como cuchilladas a mi mente, trozos de vidrio que cortan dolorosamente mi ser, no puedo escribir más, voy a vomitar.
26 de febrero de 1.986.
Nuevamente escuché las noticias, lo de hace dos noches fue una carnicería, la peor noche desde que presto atención a los sucesos de lo que llamo “el día siguiente”, es algo loco, nunca sé a dónde va luego tanta sangre, tanta carne desgarrada, músculos y tendones rotos, tanto destrozo.
Es obvio pensar que deberían quedar evidencias del desastre como el león que devora a la cebra en esos documentales de “National Geographic”, siempre queda evidencia de la depredación, la sangre y entrañas esparcidas por el suelo, pero en “el día siguiente” lo único que queda es una resaca, esa sensación de que hiciste algo muy malo en la fiesta y la prueba está en la mirada de desaprobación de tus amigos.
Mi terapeuta no sospecha nada aún, pero no sé cuánto tarde quizás en atar cabos, no sé en qué momento se dará cuenta de esos extraños asesinatos que coinciden casualmente con mi llegada a esta ciudad, no puedo continuar así y no hallo que hacer.
25 de marzo de 1.986.
Los noticieros le han puesto un nombre: “El asesino de la luna llena” será porque “Night stalker” estaba tomado, no sé qué pensar sobre todo esto, creen que es algún asesino serial, algún loco que atiende a una voz invisible que le ordena tomar un cuchillo y matar a chicas con el cabello castaño que le hagan recordar a su madre maltratadora.
Si me preocupa el hecho de que se hayan dado cuenta que esto ocurre justamente los ciclos de luna llena, muchos piensan que la licantropía es un mito, pero diablos, es algo muy real, soy la evidencia viviente de ello y hoy es luna llena, sé lo que va a pasar, el dolor del cambio, como crecen los huesos y los músculos se convierten en metal destrozando mi piel y cambiándola a una extraña aleación casi indestructible, mis entrañas se revuelven y contorsionan en un dolor espantoso que nadie es capaz de imaginar preparándose para digerir carne humana, la razón queda relegada por el instinto animal para solo ser una máquina de matar.
Por otro lado siento que la terapia me ha ayudado, no solo a comprender a la bestia sino a admirarla, apreciar la perfecta máquina asesina en la que me convierto cada luna llena, hace dos meses en que la angustia ha bajado y poco a poco se convierte en una disfrutable ansia como la de un niño que está a punto de ir al parque de diversiones, sé que está mal, esto está absolutamente mal y algún día esto deberá parar, ¿Debería martirizarme por algo que no puedo controlar? Yo creo que no y mientras dure no sufriré esto, me estoy planteando permitirme a disfrutarla.
¿Eso me hace un monstruo? Creo que sí.