💻 e-migrar

El pajúo es apenas community manager y jura que es uno de los MAD MEN. Uno no, Víctor se cree que es el mismísimo Don Draper. Y la cosa es que DCO Publicidad no es la agencia Sterling Cooper ni la caraqueña avenida Baralt es, ni de vaina, la Madison Avenue en Nueva York.

Víctor atesora, en alguno de sus discos duros externos, los 92 episodios de MAD MEN. Suman un promedio de cuatro mil quinientas horas de entretenimiento que este pana consume como si se tratase de un documental.

En la pared de su dormitorio, Víctor tiene escrito, con rotuladores fosforescentes, la frase de Werner Herzog: “no distingo entre realidad y ficción”. Media docena de palabrejas bien hilvanadas para soltar a bocajarro a los estudiantes de cine y a los periodistas que requieren “contenido” para rellenar las empanadas que son sus medios digitales.

El dilema es que Víctor, a pesar de ser un youtuber muy solvente y con muchos cientos de seguidores, tampoco se acerca al talento de su fatuo cineasta alemán. Pero de ficciones también se vive, sobre todo cuando no tienes intenciones de migrar. “Prefiero ser whoever en Caracas a repartir pizzas o paquetes de amazon en fueralandia”.

E-migrar sí que lo hacemos todos, con nuestros audífonos y el par de ojos conectados a la pantalla. Sin respiro. Sin taima. Sin despegar de aquí y sin despegarnos de la virtualidad digital. Eso mientras no se cae internet y apelamos, entonces, al satélite mesiánico que, previo pago en dólares de nuestros parientes, nos salva la vida en mood baywatch.

(Ad)mirarnos en el espejo es un viejo hábito analógico, una vanidad de dinosaurios narcisistas que se ha mudado a nuestro iPhone. Tecnología manzanera que nos adhesiona (neologismo, sí, execrado por la RAE) con los demás. Amanezco y bendigo a WhatsApp. Elevo mi plegaria y le veo la cara a mis panas ultramar chismeándoles las últimas webonadas de Víctor, que es como reportarles el making-off de sus simulacros existenciales.

Narradora involuntaria, me he asumido como cada uno de los hijos de Marcello Mastroianni que le contaban cuentos chinos a su padre procurando convencerlo de que Stanno tutti bene.

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Feed de narrativa editada a seis manos (desde San José de Costa Rica, Stuttgart y Caracas), por los caraqueños diasporizados Luis Garmendia y Javier Miranda-Luque, y el caraqueño sin diasporizar (¿por ahora?) Mirco Ferri cuya idea es la de postear textos propios y de autores invitados. ¡Bienvenido cada par de ojos lectores que se asomen a estos predios!

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