Yo no sé lo que es el insomnio. Ni el estreñimiento. Deduzco que un insomne es alguien estreñido del sueño. Y un estreñido, un insomne de heces. Ano en vigilia. Náufrago del baño. Culo en vela. Sin viento. ¿Existirán los exámenes fecales del sueño? ¿Para sueños intestinos que son una mierda? ¿Poblados por lombrices parasitarias del inconsciente? Pesadillas húmedas y malolientes. Que estés con Jennifer Connelly o Liv Tyler, ambas desnudas y no se te pare. Por ejemplo. ¿Aún se practican análisis oníricos de desechos digestivos? En la antigüedad, los oráculos leían las heces de sus amos. Escatología sin excusas ni arrepentimientos. Escritura esfinteriana que auguraba lo próximo. ¿Eres lo que sueñas o lo que comes? ¿Nuestros sueños son basura de la psique? Tanta paja mental y no me he metido nada. Ninguna sustancia psicotrópica. Aquí en gringolandia ni de vaina. Ni en sueños. Apenas drogas lícitas. Alcohol y nicotina. Cafeína y nicotina. Light, pero nicotina. Allá, en Caracas, yo era sólo 1+ de los ejecutivos junior de la oficina. Aquí, en Miami, soy mister dishwasher. De sueldo mínimo. 3 turnos de 2 horas, 6 días a la semana. Un par de comidas calientes gratis por jornada laboral, sin repetir, watch your step, señor. Y why not si me queda tiempo libre que jode. Para dormir hasta el mediodía y tomar litros de café aguado maquillado con media docena de potecitos de half & half (mitad leche y mitad crema ¿de qué?, dice en letras minúsculas el empaque). Brunchear apple pies y cheeseburgers. Balbucear este espanglish, castinglés, inglellano o ingleñol que me asquea. Pero beacheo todos los días. Uniformado de cholas y bermudas estridentes. Y mi carro propio, reusado, 8 cilindros, con el techo de vinyl leproso por el salitre, que chupa gasolina que jode, pero el air conditioned te congela el sudor antes de que se atreva a asomarse a tus poros y el cd suena a poliedro portátil y rumboso. Renuncio a las arepas, al ron, a los cigarros criollos y al oso. Que se pudran en el microwave las hallacas de mi mamá. Atrás dejo los culos vernáculos y su maraqueo. Me ladillan los coterráneos que suspiran por el Avila y los cachitos de jamón. La nostalgia del inmigrante es cursi y llorona. Moquean escuchando gaitas pero venden su alma por los billetes con la cara de Washington. En esta land of the frees nadie me conoce y entonces hago lo que sea. Rueda libre. Sin complejos. Fregando vasos con rouge. Y platos sucios de colesterol con restos pegados de comida. Total, yo ni toco esa grasa. Uso guantes amarillos. Y en la cocina del restaurant nadie me habla. Así que yo pienso y me converso y fantaseo. Y saco cuentas de los dólares que voy ahorrando. Full caleta para lo que sea que decida hacer o no hacer. Pronto. Muy pronto. En algún momento. Futuro cercano. Pero ahora mismo no. Todavía no. Aquí no soy blanco de expectativas ajenas. Mis padres vegetan en Margarita con su jubilación. Y me repiten, mail tras mail, que allá también hay playas. Y sol. Y la familia, los panas, mi ex. Thanks, but no thanks. Puse mar de por medio y me costó una bola hacerlo. Vender la moto, la tabla de surf, las demás vainas y la liquidación disminuida en dólares. No olvido la cara de mis colegas cuando les mostré mi renuncia irrevocable. Y me vine. Rapidito para no arrepentirme. Todavía la visa no expiraba y entré como turista. No soy un espalda mojada, pero ilegal estoy. I’m a ghost. Como tantos. De cualquier parte. Que se agrupan y se hacen notorios. Yo juego al bajo perfil. Catirito y bronceado. Sin acento. Callado. Masivo. Una isla rodeada por un microclima confortable. Me divierto inventándome nombres y nacionalidades. A un recién llegado culito costarricense lo imperialicé bajo la identidad de Jimmy, hijo de Idaho vacacionando en Florida State. A las escasas nativas que acceso les digo que soy Felipe, oh, yes, like the príncipe of Spain, con quien comparto la hidalguía de su gentilicio, aspirante a un degree de literatura comparada en la local university y olé. Saboteo mi nacionalidad y rehuyo a mis compatriotas. No me he topado con ningún conocido. Y es que aquí es tan fácil desaparecer. Volverte invisible. Inventarte otra personalidad. Claro que hace falta real (fuck, se me salió otro modismo caraqueño), pero Larrys y Harrys es lo que sobran. Clonados en serie. Y nadie le para bolas a nadie, a excepción de los hiperlatinos de siempre, incapaces de esconder su deslumbramiento por la diversidad o su curiosidad suicida que los delata al instante como ajenos. Con una inteligencia mediana, aquí cualquiera pasa desapercibido. Viviendo su versión del american way que consiste en un único mandamiento: “no te involucres”. Don’t get involved, honey. And that’s it. Ya está, pues, y nada más. Este es el name of the game. Gánate tus verdes, consume y cállate. Ahora, si extrañas, pierdes. Es un ejercicio de aguante, de obstinación, de resistencia. Reinvéntate y adáptate. ¿Quién quieres ser hoy? Tú me lo dices y yo me lo creo. Porque, ¿para qué dudar? Sospechar es muy trabajoso y para eso están la CIA, el FBI y quién sabe cuántos más inútiles perros de presa que no supieron evitar -a pesar de onerosísimos taxes- el aterrizaje de los boeing en las twin towers que ya no son twin ni towers, sino un cotizadísimo cementerio en ruinas. La migra, of course, ya no va a dejar entrar a más foreigners, no more, no more, pero tampoco va a perseguirnos, a lo anchilargo de los 52 estados de la unión. Electrificarán las costas y ya está. Cerrarán las fronteras and that`s enough. Nos vigilarán más satélites y will be okey. Pero repatriarnos jamás. Somos mano de obra cheap & fish. Atrápenme si pueden identificarme y localizarme. Now you see me, now you don`t. Son too many years mamando cine hollywoodense. Quien les manda a publicitar su american buey, sus chiclets y sus jeans. Ustedes nos lo vendieron y nosotros estamos aquí para comprarlo a crédito y en larguísimos plazos. Here we are, uncle Sam y vienen más en camino. Europa es lejos y you are a la vuelta de la esquina. Near and fast. Aqui(ck) mismito, decían nuestras abuelas. La lista de espera continúa desplegándose. El día que me descubran, en esta tierra de inmigrantes, de gente de todas partes y de ninguna, me caso con una very old american lady. O dono esperma para el banco de semen. Adopto un perro. Me afilio a una ONG que defienda causas inobjetables. El servicio militar ni pensarlo, no vaya a ser que me manden a invadir territorios lejanos y arrasarlos. To search and destroy. Prefiero las mamadas de Clinton a un mamandatario exterminator. Practiquemos el sexo oral y no la guerra. Eyacular sobre el vestido de una pasante es menos escandaloso que salpicar a civiles de sangre. Invoco el espíritu de Whitman, aquel Walt que se pudrió gloriosamente bajo tierra, ahorrándose la indignidad de ser congelado como su tocayo megalómano, cursi y churrigueresco que mandó a construir worlds y landias sobre pantanos y terrenos baldíos adquiridos por cuatro lochas -only cash next window- and five cents. Apelo a la gesta amorosa y altiva de Woodstock. Make love, for your own pleasure, no war, please. Aunque aquí masacraron a los pieles rojas y compraron Alaska por un puñado de siete dólares. And they shoot Kennedy, don`t they? Y apagaron a Luther King. Remember Lennon. Dont forget Vietnam. How do you feel about it, Dick? Are you Kissinger? No, I’m fucking her! Pero, bueno, here también está Galarraga. And Susan Sarandon, Sam Shepard, Jessica Lange, Jim Morrison, Robert De Niro, Harvey Keitel, Oliver Stone. Jackson Pollock goteando pintura en sus wide big lienzos. Thomas Harris recordándonos a los serial killers que nos rodean, anónimos e invisibles, pero aquí están, atisbándonos y que no se encaprichen con alguno de nosotros. Henry David Thoureau y su utopía a cielo abierto. Coño, y el queso crema Philadelphia de Kraft. Los cheesecakes New York style. In this nation Paul Auster escribió Leviatán. Entonces, what’s wrong? Ahora que internet borra las fronteras pretendemos levantar nuevos muros de Berlín. Yo no sé. Aquí estoy, fumándome un Marlboro Light mientras perfecciono mi soberbio bronceado y apuro, antes de que se climatice, mi six pack de Bud. En quince minutos empieza mi segundo turno de lavaplatos. Planeo comerme luego un combo de frijoles negros con arroz chino y lumpias en la fonda chibana (china-cubana) donde laboro. Por cierto, conmigo el pajúo de Freud estaría jodido. Jamás he logrado recordar mis sueños. Ni pesadillas.
(Este relato figura en la antología narrativa DE LA URBE PARA EL ORBE publicada por Alfadil en Caracas, 2006, bajo el título “Abstracto bilingüe)
¡Por Dios, qué horror, qué falta de respeto, de patriotismo y de todo!
¡Cómo es posible publicar o premiar esperpentos así! ¡Así nos va, palo abajo!