1. Actualmente soy un médico cubano “encerrado” en cualquier cerro caraqueño. Tras la telenovela me voy de caza, ya sin discriminar especímenes. Mi primigenia vocación gourmet se ha diluido a sub-niveles inconfesables. Ahora consumo sangre pletórica de anemia específica del subcontinente por culpa de la ingesta hiperbólica de harina de maíz que inhabilita la metabolización del hierro en la población.
2. La dupla de Antonio Banderas (good old Tony Flags) & Brad Pitt atrajo el foco gay hacia el vampirismo. Ocurrió con la edulcorada versión cinematográfica de la novela de Anne Rice, “Entrevista con el vampiro”. Doy fe de que ninguno de los involucrados en tal film tenga nada que ver con nuestra entidad hematofágica que no se denomina, de ninguna de las maneras, “hermanos de sangre” ni “blooderhood” (sic).
3. El lobo feroz de los vampiros es el fuego. Fuego feroz de las hogueras inquisidoras que bramaban: “abrazas la fe o te abrasas”. Fanático tenaz que era don Tomás de Torquemada, fundamentalista de la doctrina de la fe, tantas veces rebautizada. Ante sucesivas hogueras contempladas, nutriéndose de libros y legajos “inquietantes”, me atrevo a decir que la web se me antoja incombustible.
4. Una de las modas más banales e inútiles de toda la historia que me ha tocado vivir ha sido ese “pendón” llamado corbata: un himno textil a la flacidez, una horca al cuello del portador. Exenta de función real, su inventor y fabricantes han sabido eternizarla aún cuando ni abriga como la bufanda, ni ornamenta, sino que “pende” cual colgajo ¿fálico? y fallido.
5. “Ahórrate las vocales”, parece gritarme el teclado. “_h_rr_t_ l_s v_c_l_s”, satirizo yo, ahora. Pero no me ahorro ni vocales ni acentos y, ni siquiera, décadas. Todo ello es implacablemente pertinente, merced a la legibilidad, en este omniverso. Aún no me limito a la camisa de fuerza de los 140 caracteres que me exige twitter.
6. Los anacronismos y neologismos me mantienen alerta, desterrándolos e incorporándolos a mi léxico. El lenguaje siempre ha sido, y será, mi tablero de juego. Desde el engorroso pergamino hasta los minúsculos teclados que ahora manejo. Y la síntesis espeluznante que ahora prevalece, el compendio: dímelo todo, breve, ya. No es sumerio, sino sumario.
7. Lastima la lástima de la gente que no entiende que nuestro vampirismo no es ningún anatema, sino una bendición: no hay deterioro ni fatiga de materiales; apenas, rutinas que se reiteran, reciclándose, y la constante del tedio que se va adaptando a cada siglo, adoptando modalidades diversas.
8. Uno de mis films vampíricos predilectos siempre ha sido THE HUNGER: la Deneuve apenas se interpreta a sí misma con virtuosismo reiterado que roza el onanismo. Susan Sarandon la secunda plausiblemente en el espeso placer de la supervivencia.
9. Mira tú que Murnau me puso feo en su film. Incluso el Nosferatu de Herzog, caracterizado por Klaus Kinski, es un esperpento que ofende a Goya. Claro que no voy a confesar, aún, quienes son aquellos vampiros de ficción con los que me identifico y me siento cómodo.
10. Se han manufacturado tantas torpezas e inexactitudes sobre nosotros: que no nos reflejan los espejos ni nos registran los vídeos ni fotografías; que no podemos alimentarnos “normalmente”; que el sol nos afecta ostensiblemente; que nos transformamos en asquerosos murciélagos. Aunque la aberración suprema ha sido esa mala suerte de drag renegada bautizada Batman, que derrocha recursos en afanes mesiánicos de hada justiciera.
11. “Repulsión”, de Polansky, es, para el cinéfago que soy, la precuela de “The Tenant”. Sorprende ver a la Deneuve sin fumarse ni un solo cigarrillo y creo que tal abstinencia nicotínica fue lo que la enloqueció de aquella manera tan destemplada. Para desautorizar rumores infundados (propagados por él mismo), proclamo que el viudo de Sharon Tate jamás ha sido uno de los nuestros. Su sangre ostenta acidez en demasía.
12. El vampiro Nietzsche se auto-epitetó, aunque nadie quiso entender: “humano, demasiado humano”. ¿Existe algo más vital, + trascendente que succión-art?
13. Sin ser bioanalistas, los vampiros detectamos y degustamos los niveles de alcohol en la sangre. Se agradece, por ejemplo, una sobredosis de respetable single malt. O ginebra Tanqueray on the rocks. O, palabras mayores, tragos puros de ron Zacapa cuarto de siglo, aunque me suelo conformar con la versión de 23 años (un colega mío afirma que este elixir etílico de 40º debe su nombre, no a la región guatemalteca homónima, sino a que funciona como un “zaca-pa-ntaletas” expedito). El famoseo literario exclama que don Miguel Angel Asturias escribió esa gran novela hispanoamericana que es EL SEÑOR PRESIDENTE, merced a las musas zacapantaleteadas.