VIVISECCIÓN DEL DROMEDARIO

Amanecí inmune a la imbecilidad. Propia o ajena, hoy no me molesta. Apenas me divierte. Dibuja un atisbo de sonrisa leve que se asoma a la comisura de mis labios. Pero no renuncio a la ironía. Eso no. Qué va. Jamás de los jamases. Tendría que nacer de nuevo. Y ni siquiera. Ni aún así renunciaría a la ironía. Ese capital que nadie alcanza a expropiarme. La ironía en mí es un valor o un prejuicio genético.

—Cuando te dé asco lo que estás haciendo. Cuando sientas que traicionas todo lo que sabes y en todo lo que crees, entonces la campaña, la valla, el aviso está listo para publicarse. El diseñador gráfico, un chamo en impermeable magenta con cabello al cero y una barbita en forma de cono cyam que pende de su mentón afeitado, me escucha con un rictus de escepticismo profesional que se debate entre la desazón y el desprecio.

—Es la náusea existencialista de la que hablaba Sartre. –prosigo.

 —¿Cuál sastre? –farfulla.

 —Sartre, mi pana. Juan Pablo, no segundo, sino Sartre. El mismísimo Jean Paul, filósofo franchute de prosa luminosa y ojos descarriados. Empatado, para más señas, con esa tipa arrechísima que fue Simone de Beauvoir .

—No sé de qué hablas. Yo a ese par no lo conozco.

 —Lo que te digo, novel, es que para trabajar en publicidad tienes que olvidarte de casi todo lo que sabes. Ignora tus estudios de diseño, tu exposición de fotografía y tus afiches premiados. Aquí eso no vale ni significa nada.

 —Pero si el presidente de la agencia, cuando me entrevistó, me halagó mi carpeta de trabajo y habló de la importancia del diseño en función del mercado, de la creatividad orientada por un concepto.

 —Claro. Y te dijo que “queremos inyectar sangre nueva en el negocio. Gente joven. Ideas frescas para renovar e imprimirle nuevos aires al mercado. Un mercado, por lo demás, altamente competitivo que requiere del concurso de gente como tú. Gente que adora los retos y no tiene miedo a enfrentarse con ellos, a cualquier hora, cara a cara. Porque lo importante es el resultado. Lo bueno es el enemigo de lo malo y lo excelente supera siempre a lo bueno. Mejorar, optimizar, priorizar, ganar, conquistar, superarnos: estos son los verbos que nos gusta conjugar en la agencia. Aquí se trata de gerenciar por objetivos. Nosotros imponemos las tendencias en este mercado. Nosotros lideramos y los demás nos siguen. Nosotros los vemos por el espejo retrovisor de nuestra nave que es la empresa. Una nave piloteada por mí e impulsada por gente como tú, la generación de relevo, con madera de líder para sustituirnos a nosotros en las próximas décadas y formar a otros líderes. Porque en esta agencia marcamos la pauta publicitaria en Venezuela. Olvídate de las transnacionales y todas esas fábulas. Son habladurías bonitas y rimbombantes de los débiles que se asocian con compañías foráneas para poder sobrevivir en este mercado que es nuestro, porque lo construimos nosotros y lo conocemos hasta la médula. Un mercado que hemos conformado a punta de sudor, rompiéndonos los codos y quedándonos ciegos hasta quemarnos las pestañas. Y experimentando y enmendando e innovando. Los clientes y en especial los consumidores venezolanos no son bobos ni ingenuos y prefieren pagar por lo mejor. El mejor producto anunciado por la mejor publicidad. Fuerte, impactante, contundente, inolvidable. Publicidad que golpee al consumidor en medio de los ojos, lo agarre por el cuello y no lo suelte hasta que vacíe sus bolsillos directamente en los nuestros. Publicidad moderna, colorida, memorable, que asalte al target consumer en pleno baño, cuando está a punto de dormirse o interrumpiéndolo mientras hace el amor. Jingles que se le peguen, recorriendo los recovecos de sus circunvoluciones cerebrales, haciendo que se aprenda cada verso y acorde, exprimiendo sus neuronas hasta dejarlo seco de sí y saturado de nuestras cuñas. Ansioso, desesperado por disfrutar los productos y servicios que anunciamos. Admirador de esa publicidad que lo seduce. Esas mismas campañas que tú vas a crear en esta agencia. Joven, créeme cuando te digo que hoy es el primer día del resto de tu existencia, personal y profesionalmente. Yo sé que es un lugar común. Te agradezco que no te rías. Pero es que no hay otra forma de expresarlo. Esta es la verdad de la que estamos hechos. Hoy, aquí, con nosotros, tú inicias un nuevo camino de solidez y crecimiento laboral. Una senda de trabajo, de esfuerzo, de retos, de desafíos, de enormes sacrificios recompensados. Con nosotros entras a formar parte de una gran familia, cordial, amistosa, que celebra cada uno de sus triunfos y no te abandona en tus eventuales fracasos. Porque, óyeme, los éxitos siempre son grandes y pequeños los fracasos. Ya que aquí uno se levanta y enmienda el camino. Y como te decía, somos una familia que nos ayudamos los unos a los otros. Porque manejamos el largo plazo. Somos como la mafia. No dejamos que te vayas. No te asustes que es un chiste. Pero sí somos muy celosos de nuestro personal y de nuestro trabajo. Ya te irás dando cuenta para que puedas asimilarlo. Oye, y aquí esto es política de puertas abiertas. Aquí ninguna puerta se cierra, salvo la de los baños. Y desde ya estás invitado a la próxima parrilla de la agencia, este sábado, en mi casa”.

 —Coño, el discurso es el mismo, letra por letra, ¿cómo te lo sabes?

—Mister president lleva 30 años dando el mismo discursito a cada nuevo empleado. Ampliándolo con el tiempo. Su oratoria es cada vez más larga y elaborada. Con una gestualidad estudiada y esa vehemencia emotiva, pero dosificada. Después de leer a Mario Puzo le agregó lo de la mafia. Antes hablaba de las sectas religiosas. Hasta que sucedió el suicidio colectivo de Guyana. En esta empresa lo único que falta son orgías. Un cogeculo colectivo para poder clavarme a su secretaria, que es de su uso exclusivo. Eso no es democrático. Ni igualitario. Déjame aclararte que aquí los culos están, ¿cómo decirlo elegantemente?, tarifados de acuerdo al cargo. Funciona una suerte de escalafón cogeculístico. Por ejemplo, las ejecutivas sólo tiran con vicepresidentes pa’ rriba. Pero a la recepcionista, que es una (o)diosa rubia bronceada y tetona, con un bollo digno de páginas centrales desplegadas de playboy, sólo le gustan las mujeres, con predilección por las productoras audiovisuales que resultan más resueltas. Nunca te enredes con clientes. Yo prefiero a las proveedoras (fotógrafas, maquilladoras, jingleras). Tú podrías optar por las asistentes administrativas o las ejecutivas junior. Ah, un consejo, la redactora de pelito corto y el culito parado, es feíta de cara pero tira como una reina porno. Con cuatro cervezas y un par de rhumoranges aterrizas en el motel sin escalas. Al día siguiente te vas a tener que untar crema humectante, la que tiene zábila, para bajar la inflamación del miembro que nos honra. Nuestro Poncio Pilatos, ginecólogo amateur, animal mitológico, unicornio cefálico. Como diría nuestro presidente: “la extremidad imperante en el mercado de la entrepierna femenina, reason why y visión estratégica para expandir nuevas vulvas y lubricar eficientemente el camino hacia inusitadas experiencias orgásmicas”.

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Feed de narrativa editada a seis manos (desde San José de Costa Rica, Stuttgart y Caracas), por los caraqueños diasporizados Luis Garmendia y Javier Miranda-Luque, y el caraqueño sin diasporizar (¿por ahora?) Mirco Ferri cuya idea es la de postear textos propios y de autores invitados. ¡Bienvenido cada par de ojos lectores que se asomen a estos predios!

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