El magnicidio ha sido la coartada más popular entre los déspotas de todos los tiempos. Por cada atentado real han fingido decenas para justificar la represión y el crimen. El que inició la primera guerra mundial y el perpetrado contra el candidato liberal colombiano Jorge Eliécer Gaitán han sido catalizadores de grandes convulsiones sociales. Dictadores muy longevos, como Fidel Castro, han desafiado la más insistente credulidad denunciando tantas como sesenta y siete intentonas. En Venezuela han ocurrido dos actos verdaderos: contra Rómulo Betancourt, cuando la bomba de Los Próceres (1960), y contra Carlos Delgado Chalbaud en la urbanización Las Mercedes (1950). Todo lo demás es puro engaño, teatro barato, con expedientes tan rocambolescos como submarinos invisibles o células cancerosas satelitales.
El gigantesco libro que reseñamos hoy fue escrito por el arquitecto y narrador Federico Vegas, (Caracas, 1950), publicado por Alfaguara en 2010, tiene 754 páginas, está estructurado en 12 capítulos cuyos títulos son locuciones que resumen el contenido de los mismos, y tiene como trasfondo histórico el insólito y violento homicidio del teniente coronel Delgado Chalbaud, presidente de la junta militar de gobierno. El tema fluye a través de dos ejes accionales; uno, la narración minuciosa del asesinato, su fantasiosa planificación y peor ejecución, en un ambiente de intrigas políticas, profundos resentimientos, ostentaciones materiales y mucho aguardiente caro. Participan los victimarios y las víctimas, sus respectivas familias y allegados, muchos personajes del imaginario colectivo de los años 50, en un paisaje de la Caracas en crecimiento frenético y vergonzosa indiferencia social, característicos de la dictadura perezjimenista. El autor incorpora al texto la copia fiel del expediente llevado por dos tribunales, de Miranda y Caracas, para hacer notar las desviaciones, las estrategias pensadas para ocultar la verdad, para no señalar responsables más allá de los perpetradores. La oposición dramática entre Rafael Simón Urbina y el comandante Delgado Chalbaud totaliza cosmovisiones contrapuestas entre el guerrillero, hombre de acción, violento, compulsivo, temerario, engreído, y el golpista aristocrático, contentivo en sí mismo de las más insólitas ambigüedades. El autor lo define en voz de uno de sus personajes, así: “Delgado no era venezolano ni francés, ni militar ni civil, ni de izquierda ni de derecha, no vivía en La Florida ni en el Country Club.”
La otra vertiente de la historia es el relato de la escritura del libro. El protagonista de ficción fue el joven secretario del tribunal donde se instruyó el sumario, cuyo padre había sido condiscípulo de Delgado Chalbaud en la facultad de ingeniería de una universidad parisina. Se relatan los vaivenes de la política venezolana en la primera mitad del siglo XX, sus consecuencias, ascensos meteóricos, insurrecciones, exilios, arbitrariedades, aciertos y errores en busca de un camino. La pincelada de romanticismo sensual aparece cuando el protagonista debe interrogar a la hija de Urbina, de apenas dieciséis años y una impensable madurez; y siente por ella una solitaria y desvaída pasión que lo acompañará durante décadas, hasta que en su madurez, y por inevitables casualidades, la entrevista de nuevo para la escritura de la novela, y la realidad se impone, omnipresente y cruel.
Reseña tomada de su libro compilatorio “Por escrito I”.