TANTA VULNERABILIDAD QUE EMPALAGA.

TANTA VULNERABILIDAD QUE EMPALAGA
Regina Magaña

—Bundy, te buscan. Quieren hacerte una entrevista.
La puerta de la celda se abre, pero Ted permanece de piernas cruzadas, lee algo que el guardia no alcanza a distinguir.   
— ¿Otra admiradora? Después de tantas cartas y tanto sexo no sé si tenga ganas —murmura Ted, con su característica sonrisa. Su voz desprende un cinismo palpable, pero igualmente se pone de pie, incapaz de esconder su curiosidad. El guardia lo observa y suspira. 
— ¿Vas a salir? ¿O acaso no tienes modales? La visita dice que ha volado desde muy lejos para verte. 
Ted ríe, mientras sale de celda y se deja esposar las muñecas— ¿Bromeas? Tengo fans que han viajado desde Canadá para darme un beso. Espero que no me hagas perder el tiempo. 
Ahora es el guardia quien ríe. Cierra la puerta detrás de Bundy. Lo empuja del hombro con más fuerza de la necesaria— Como si tuvieras algo mejor que hacer. 
—La última vez que alguien me hablo con ese tono, fue despedido tras dejarme escapar. Y no una—hace una pasa dramática que el guardia ignora—sino dos veces. 
—Guarda tus historias, aunque dudo que ella quiera oírlas. 
— ¿Ella? ¿Una periodista me busca? ¿Una periodista mujer me busca? Vaya, o es muy imprudente o es muy ociosa. Ya dejan hacer el trabajo a cualquiera—los pasillos y prisioneros se deslizan a su costado. “Es tu hora, Bundy”, “Dale saludos a la silla de mi parte”, “Enhorabuena, ¡ya se va este monstruo!” 
Finalmente, el guardia lo detiene frente a una puerta, en la que se lee “Sala de interrogatorios”. 
— ¿Se me va a hacer responsable o se me va a culpar de una crimen que no cometí? —La puerta se abre con un chasquido, el guardia empuja a Ted al interior del recinto— O peor aún, vamos a hablar, de zapatos, ¿o niños? 
Una mujer sentada al fondo de la habitación se levanta, y se acerca con un paso seguro, con el mentón en alto y el tórax extendido. Va de traje y lleva el cabello recogido. Es muy guapa, aunque para su gusto, lleva demasiado maquillaje en los pómulos. 
—De niños y zapatos nada, pero tampoco de derecho, que tras ver cintas de su caso sé que es algo que no se le da bien. Yoshikawa, Hotaru—exclama con una voz suave, pero con unos ojos eléctricos que causan una reacción magnética en el cuerpo de Ted. Le gusta esta mujer—Encantada. 
Le extiende su mano, pero tras notar las esposas, la retira. El color tiñe su rostro, pero no deja que eso la incomode. 
—Supongo le habrán explicado el protocolo ya—el guardia conduce a Ted al extremo opuesto de la habitación, sujeta las esposas a la mesa y por seguridad, le coloca otro par en los pies. 
Hotaru asiente—Hable con uno de sus supervisores, e incluso me dio permiso de llevar a cabo la entrevista a solas. 
—Me temo que eso no va a ser posible, ma´am. Tenemos estrictas órdenes de no dejarlo sin supervisión. 
—Disculpe, ¿acaso no me di a entender? Si no he hablado en japonés. Pero quizá no me ha comprendido. No pienso pedir permiso dos veces— Se sienta en la silla que encara la de Ted y da por cerrada la discusión—. Además, no es culpa mía que se les haya escapado. 
El guardia asiente repetidas veces, y deja la habitación sin más que decir. La puerta se cierra con un chasquido.
— ¿Esta vez no hay cigarros, no hay agua? 
—Pedí que no trajeran nada. No quiero interrupciones en este momento. Tengo muchas preguntas y poco tiempo, ¿estás listo? 
 —Tranquila, mujer. Que recién nos conocemos. ¿No te parece descortés llegar a tu primera cita e inmediatamente mencionar el matrimonio? 
Ahora es a Hotaru a quien le toca sonreír por primera vez.
—Citas, matrimonio. Vaya, usted sí que tiene una percepción distorsionada de sí mismo. Gracias, pero no gracias. Me asquearía estar interesada en ese sentido. 
— ¿Acaso te crees mejor que yo?
—Soy mejor que tú. Por lo menos—Hotaru se inclina sobre la mesa, sus rostros están a centímetros—, por lo menos a mí no me han atrapado. 
Ted se reclina en su asiento. Una sonrisa se tatúa en su rostro—Ah, ya veo. Así que, ¿vienes a regodearte? Un desperdicio de tiempo y dinero, porque yo no tengo nada que confesar. Aunque me desilusiona un poco, tenía la idea de que venías a conocer al gran Ted Bundy, el amante, el carismático, el inteligente Ted Bundy…
— ¿Cómo lo hizo, Bundy-san?
— ¿El qué, señorita…?
—Yoshikawa. Buscar la motivación para matar. Porque motivos tenemos todos, pero no todos carecemos de la consciencia necesaria para llevarlo a cabo. 
—Pensé que tú ya te habías sumergido en ese mundo de la cacería. 
 —Vaya, entonces sí que puede prestar atención. 
—Cuando me interesa, sí. Y déjate de formalidades, que estamos en confianza. Sabes—Ted cruza sus manos sobre la mesa, pero inmediatamente las descruza y sus dedos se deslizan hasta alcanzar los de Hotaru. Ella los retira inmediatamente, pero no puede esconder el suspiro que escapa de sus labios—, me recuerdas a una antigua novia que tuve, Stephanie. 
— ¿Cómo así? ¿También me ves como a una presa? 
—Estudié psicología varios años y sé que detrás de esa fachada fuerte y tantísimo maquillaje, no hay nadie más que una niña que pide a gritos ser abusada, que espera ser herida, que irradia tanta vulnerabilidad que empalaga. Dime, ¿me tienes miedo? 
—No te des tanto crédito, me tengo más miedo a mí misma. Pero dime, sin ataduras, rodeos o morales. ¿Cómo lo hiciste? 
—Querida—Ted ríe y por primera vez Hotaru nota que su mirada destella algo muy similar a su propia mirada, aquella que ha aprendido a reconocer y temer después de tantos años de mirarse al espejo — lo hice de la misma manera que lo hiciste tú.
(Nota del editor: Este relato breve de la joven narradora mexicana Regina Magaña zigzaguea en la frontera tramposa que linkea el #fanfiction con el #thriller. Aunque el dato más relevante es que forma parte de una novela en proceso cuyo epicentro es el personaje japonés denominado “Hotaru”, sin minimizar el #masscult de que, aún tres décadas después, el serial killer Theodore Robert Cowell Bundy sigue ¿cautivando?)

1 comentario

  • Siempre me eriza la piel, la manera en q describe Regís sus escenas. Me transporta al lugar y me hace vivir el momento, con todas las emociones q quiere q el lector sienta!! Me parece más real q fanfiction! Me encanta!!! No dejes q la pluma descanse en el escritorio, continua escribiendo!!!

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Feed de narrativa editada a seis manos (desde San José de Costa Rica, Stuttgart y Caracas), por los caraqueños diasporizados Luis Garmendia y Javier Miranda-Luque, y el caraqueño sin diasporizar (¿por ahora?) Mirco Ferri cuya idea es la de postear textos propios y de autores invitados. ¡Bienvenido cada par de ojos lectores que se asomen a estos predios!

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