EL LADRÓN INVISIBLE

El denso y soporífero silencio de la calle Guzmán Blanco, solo era atravesado por el batifondo de las pajareras de los patios vecinos. Hasta que una tarde de mayo todo cambió. Una a una, en cada casa de la cuadra, comenzaron a escucharse pasos de alguien corriendo a grandes zancadas por los techos, dejando tejas rotas y láminas de zinc hundidas. Al anochecer, entre la novela de las nueve y el noticiero de las 10, ya se había olvidado del incidente. Para mayor sorpresa, al día siguiente se escucharon los mismos pasos y a la misma hora. Causó extrañeza, pero alguien opinó que estarían curando goteras y reponiendo canales de lluvia y lo dieron por creíble.

Al tercer día, cuando vuelven a escuchar los pasos en el aire, si se permite el oxímoron, se fue convirtiendo en un misterio, aumentaron la estupefacción y el miedo, por el rumor de que se trataba de un ladrón que robaba en toda la manzana. Aunque nunca se supo qué robaba, ni a quién, ni cómo era el sospechoso; aquí y allá se fue creando la leyenda urbana del ladrón de las seis de la tarde. El líder comunal organizó una cuadrilla de voluntarios para apresarlo. Se reunían en casa de don Antonio, para diseñar la estrategia de captura. Repartieron bates, rastrillos, manos de pilones, una vieja escopeta que guardaba don Antonio en el depósito del almacén. Santo remedio, no hubo necesidad de ejecutar el plan, al conocerse la estrategia cesaron las corridas por los techos. Una semana después, se escuchó un disparo en la casa del concejal Andueza, que renovó el sinvivir que los mantuvo en vilo. El ladrón fue atrapado en la cama matrimonial y al fin se supo qué y a quién había robado. La alarma del reloj que reposaba sobre la mesa de noche esta vez no sonó.

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Feed de narrativa editada a seis manos (desde San José de Costa Rica, Stuttgart y Caracas), por los caraqueños diasporizados Luis Garmendia y Javier Miranda-Luque, y el caraqueño sin diasporizar (¿por ahora?) Mirco Ferri cuya idea es la de postear textos propios y de autores invitados. ¡Bienvenido cada par de ojos lectores que se asomen a estos predios!

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