💊Píldoras Maternales

                                            

Ese ramalazo que impele a buscar certezas de no haber errado. Ese querer saber y a la vez no, esa tentación de preguntar si nos equivocamos, por miedo a que nos digan que sí y no tener el valor de aceptar el error o asumir la culpa. Obtener un perdón no te hace más inócuo ni menos culpable, no nos sirve el perdón del otro sin el propio, al tener certeza de que los padres nos equivocamos, algunos más otros, sin pensar que la equivocación es inherente a la maternidad y la paternidad, es su campo de entrenamiento y aprendizaje. (Huye de las ardillas. Relatos Reunidos)

En medio del silencio que acompaña mis días, me abate la inquietud de haber sido una madre habladora, con el agravante de que más que palabras directas, me deslizaba hacia eufemismos y en el mayor momento de exaltación, me crecía en aforismos como quien avienta semillas al terreno abonado. (Diario de una mala escritora)

Pero ahora estoy en disposicón de escuchar el veredito, porque, como escribió Claudio Magris, la tierra es maternal, soporta el arado que la desgarra.

La intermitencia de este diario no está vinculada a la indisciplina, es más cercana a la errancia que gira en torno al recuerdo, a  los sueños indescifrables, a los ciclos inacabados. A casi un año de dejar en reposo este diario, me está pareciendo que lo sigo para restañar heridas de ida y vuelta. Posiblemente no lleguemos a tener conciencia de cúales han sido las infligidas, pero mientras permanezca la inquietud, la sensación de lo inacabado, seguramente es porque no hemos reparado el agravio, dándole alas a la insatisfaccion. Postergamos la conversación pendiente no tanto por cobardía, sino por no saber a ciencia cierta si el otro la desea y estaría dispuesto a llegar hasta el fondo sin recurrir a la excusa o autodefensa. (Diario de una mala escritora)

Comenzamos a decir te quiero sin palabras, pensando que los mimos, los cuidadados, los apoyos, hablan por si mismos, que a lo mejor el otro no las necesita porque  a nosotros nos faltaron y sin embargo, sobrevivimos en medio de la abulia que robaba las primeras alegrias, las primeras ilusiones, para finalmente llenarnos de ansiedad. (Diario del desapego)

Durante muchos años tuve miedo a las palabras del otro. En mi cabeza ronda la idea de que a la gente se le da mejor la mentira, le acomoda, le es más auténtica frente a la verdad que exige mayor contención, mayor control, mayor esfuerzo; la verdad termina siendo impostura. La mentira termina en más verdad. Si de niña, desde mi inconsciente rebeldía me negaba a creer que el infierno existía y mucho menos que estaba eternamente en llamas, en la vejez me lo termino creyendo, no uno sino tantos como insatisfacciones y desasosiegos alberguemos sumidos en el inconsciente, lo que vendría a decir que presumiblemente para siempre. (Diario del desapego).

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Feed de narrativa editada a seis manos (desde San José de Costa Rica, Stuttgart y Caracas), por los caraqueños diasporizados Luis Garmendia y Javier Miranda-Luque, y el caraqueño sin diasporizar (¿por ahora?) Mirco Ferri cuya idea es la de postear textos propios y de autores invitados. ¡Bienvenido cada par de ojos lectores que se asomen a estos predios!