Bueno, así funcionamos. ¿No?
Entrevista a Luiz Javier Hierro.
Luiz Javier Hierro no parece llevarse bien con la tecnología, la posibilidad de una entrevista por Zoom lo incomodó. “Ya Skype era bastante engorroso. Dame unas instrucciones detalladas para poder conectarme”, nos pidió. También nos indicó que la entrevista no debía durar más de los 40 minutos de reunión que Zoom obsequia a quienes todavía demoramos en contratar el servicio pago.
La entrevista fue preparada por Mirco Ferri, Javier Miranda-Luque y yo, por lo que el entrevistador será identificado como Transtextos.
Transtextos: Quisiéramos que nos responda a esta pregunta de la manera más amplia posible ¿Quién es usted?
LJH: Yo soy un escribiente. Soy un escribiente y soy un escritor. Soy un escribiente porque conocí la vida trabajando como escribiente en un tribunal. Yo fui un niño hijo único de padres cuarentones, en tiempos en lo que era difícil que un niño naciera bien con padres de esa edad, entonces mi mamá me protegió demasiado. Para ella el mundo era un conjunto de posibilidades amenazadoras para mí, y me mantuvo en casa hasta una adolescencia muy avanzada. En los tribunales me di cuenta de lo que era mundo, de todos los inconvenientes, angustias y decepciones que puede haber en la vida de alguien, todo eso relatado en esa cosa petrifícate que es el lenguaje jurídico.
Transtextos: Pero actualmente, usted es un abogado.
LJH: Sí, pero en rigor no ejerzo. Vivo de ser productor de seguros y …de producir incertidumbres como escritor, que es mi actividad fundamental.
Transtextos. ¿Cuáles son sus influencias fundamentales como escritor?
LJH: Mira, para serte sincero, yo creo que la principal fue la revista Selecciones del Reader’s Digest. Papá era cubano y emigró en cuanto Castro ganó. Era un hombre ligado a la actividad editorial y había sabido mucho de lo que pasaba con eso en el bloque oriental. Como siempre intuyó que Castro era comunista, nos fuimos de inmediato. Llevó varias de sus Selecciones con él. Llegó a colaborar con alguna columna y las apreciaba mucho. Yo tenía mucha curiosidad por esas revistas tan atesoradas por él y comencé a leerlas. Hay una sección, Citas citables, que me gustaba mucho, y por ahí llegué a Oscar Wilde y a Bernard Shaw.
Transtextos: ¿Fue el teatro su primer interés?
LJH: Sí, pero por muy poco tiempo. El cuento policial me interesó rápidamente. Soy un lector sin organización ni academia. Yo me iba tropezando con cosas y las iba desechando o no, según me gustaran. Papá me regaló Los relatos del padre Brown, de Chesterton . Aquella vaina me fascino y traté de organizarme más en el género, así que tomé a Poe.
Transtexto: Todos esos caminos conducen a Poe.
LJH: Pero no vaya a creer que al cuento correcto. Usualmente se dice que Los crímenes de la calle Morgue son el origen del policial. Pero eso no es así; el origen de la estructura está en La caída de la casa Usher: Usher, ese hombre exageradamente sordo, que no se percata de los ruidos evidentes en la casa es también el narrador de Dupin, que no logra darse cuenta de los indicios que son tan claros para el detective, y que permite que nos admiremos por su sagacidad. Usher es también el Dr. Watson y el Capitán Hasting.
El otro autor muy querido, pienso yo que de una influencia decisiva en mi, es Kafka, también por el asunto estructural.
Transtextos: Y también un hombre de seguros, como usted.
LJH: Sí. Esta es una actividad repetitiva, sin opciones. uno puede llegar a enloquecer si no tiene otros intereses, otras cosas qué hacer. Quién sabe si algo de eso influyó en Kafka. Te decía que llegue a Kafka por mi interés en esta especie de estructuras binarias que están en el policial: el sordo y el sagaz. En Kafka son un chiste cruel muy recurrente: el agrimensor K tiene dos asistentes que son exactamente iguales y desesperantes, El solterón Blumfeld es agobiado por dos pelotillas de celuloide idénticas y, El proceso y El castillo son dos novelas complementarias: en una no puedes escapar, en la otra no puedes acceder. Es como si Kafka nos propusiera el dos, que es la cifra a partir de la cual podemos comenzar a hablar de la posibilidad de elegir, para decepcionarnos después: la elección es inútil, te va a llevar a lo mismo, que siempre es un lugar donde la esperanza se ha perdido desde el principio, como en el cuento Frente a la ley.
Transtextos: Hablemos de literatura venezolana. Gallegos, por ejemplo.
LJH: ¿Gallegos? Gallegos es la formalización del maniqueísmo en el imaginario del venezolano y quizá en una parte de su literatura. Dicen que Alejo Carpentier declaró que cuando se publicó Doña Bárbara los escritores de la época pensaron: “entonces es posible hacer una novela latinoamericana, esa era la señal que estábamos esperando”. Pero, ¿qué habría pasado si Colón hubiera naufragado y muerto en su primer viaje? América habría sido descubierta un año o dos después. Yo creo que, aun si Doña Bárbara no hubiese existido, Carpentier y sus contemporáneos habrían tenido su señal de todas formas. Y muy probablemente habría sido una señal más luminosa, una novela mejor escrita. por fortuna ese maniquíesmo no duró mucho tiempo y los personajes de los autores venezolanos comenzaron a tener matices.
Trasntextos: ¿Cual es el personaje de la literatura venezolana queda leído que, a su juicio, está mejor construido?
En la ficción venezolana no hay un personaje mejor construido que Simón Díaz: llano, de una bondad por completo transparente, un compositor ingenuo que construía cosas hermosísimas a partir de la candidez. El hombre real era un músico de muy robusta formación académica, uno de los alumnos favoritos del maestro Sojo, quien por cierto se arrechó mucho por su abandono de los estudios formales para irse a los medios. También hablamos de un hábil hombre de negocios, fundador de una franquicia que lo ha sobrevivido.
Una vez un sobrino de Antonio Estévez me dijo que el maestro Estévez no lo quería. Decía que Sabana era un plagio descarado de la Cantata criolla. Yo no soy músico, ni sé nada de eso, pero uno escucha la cantanta y…coño, pareciera que desde tempranito aparece Sabana.
Transtextos: ¿Algún autor venezolano por el que sienta particular admiración?
LJH: Te voy a tener que decir que Adriano Gonzalez León.
Transtextos: ¿Te voy a tener que decir?
LJH: Bueno, es que yo tengo sentimientos encontrados con Don Adriano. Yo comencé a escribir por País Portátil y dejé de hacerlo- al menos por muy buen tiempo- por Adriano González. A mí me impresionó mucho País Portátil; sentir que esa circularidad inevitable que es la historia de venezuela puede ser contada en un viaje urbano en autobús fue arrecho. Eso fue entender que aquí lo que puede haber son Ulises de siete cuadras y que en Ítaca todos los días son iguales.
Esa convicción me llevó a escribir, yo quería también penetrar esa realidad del país. Para eso necesitaba tomar distancia y verla como un narrador.
La vaina fue que un día una amiga me invitó a unos tragos donde iba a estar Adriano, recuerdo muy bien que fue en el Da Sandra, porque al actor Luis Salazar, que iba a estar también, le encantaba esa pasta. Llegamos y vaina, y por supuesto Adriano empezó a conversar. No es mentira lo que se dice, que lo mejor de la obra de Adriano quedo regada en los recuerdos de los amigos. En una pausa que se hizo para ordenar algo para picar, se me ocurre decirle que tenía en el bolsillo unos manuscritos y que quería enseñárselos. Adriano era un hombre atrabiliario. Más vale que no le hubiera dicho un coño, se echó una arrechada horrorosa: “¡Yo estoy aquí hablando de mi acervo personal, carajo. Me interrumpe con esa vaina!
La amiga mía lo calmó y lo hizo entrar en razón, “Adriano, es un muchacho que respetuosamente
te quiere ensañar algo”. Él inmediatamente cambió la actitud y muy amablemente leyó my cosa con mucha atención. Entonces se subió los lentes con el dedo y me dijo: “discúlpame, esto no sirve”. Ahí dejé de escribir.
Transtextos: ¿Y cómo recomenzó?
LJH: Por una muchacha que conocí, estudiante de letras. Leyó una cosa mía por azar y le gustó mucho. Me pedía que escribiera cosas para mostrarle, y yo que estaba enamorado, lo hacía. Poco a poco fui rearmado mi trabajo.
Transtextos: ¿Algún autor que le genere rechazo?
LJH: Yo creo que quizás Murakami. A ver, soy de los que creen que todos escribimos todo el tiempo el mismo libro, pero nadie tan insistente y transparente en eso como Murakami.
Transtextos: Pero ese no parece ser su caso. Pareciera que usted es capaz de escribir varios libros ene un solo relato breve. Al menos esa impresión nos quedó con su relato Arriesgado.Es casi un cuento interrumpido por otra realidad que lo intercepta bruscamente. Quedan ahí inclusive varias historias sobre las cuales uno tiene de la impresión de que en algún momento van a seguir desarrollándose en ausencia del lector.
LJH: Bueno, así funcionamos, ¿no? Con esos giros en nuestras percepciones. ¿Tú quizás comenzaste la entrevista con la expectativa de encontrar a un tipo interesante, y ahora probablemente piensas que soy un necio.
Transtextos. No, para nada. ¿Y los poetas, Luis Javier?
LJH: Se está acabando el Zoom.
Nivel chisme: Luiz Jota (así le decíamos en confianza) estuvo empatado con una poeta arrechísima que lo dejó por un novelista que se fue con una beca del Inciba a París. Eso enloqueció a Hierro, quien le dedicó varios libros a su amada traicionera.
A Hierro lo silenciaron los tipejos de la república del este. El único que se atrevió a escribir sobre Hierro fue Argenis Rodríguez que admiraba la prosa adelantada de este ermitaño
Este señor (lo de señor es ironía) no respeta. ¿Cómo se le ocurre hablar así del mejor escritor de Venezuela y de Latinoamérica? Yo no he leído ningún libro de Gallegos, porque son muy largos y se me fatiga la vista, pero mi mujer sí y me dice que es lo mejor que ha leído. Mejor que Pablo Coelho, que es mucho decir. Debería darles vergüenza publicar esta basura de entrevista.
El argentino Mario Schziman publicó un artículo ensalzando los relatos de Hierro. Schziman y un viejo crítico español que luego volvió a España. Lo demás fue silencio y desconocimiento de la obra de este hombre (casi pongo eccce homo). Luiz Javier Hierro ni siquiera tuvo detractores que lo destrozaran.
En los 70 a Hierro le dio por replicar a Robbe-Grillet y sus experimentos eran una ladilla. Menos mal que se le pasó.
Luiz Hierro bebía como un cosaco y solamente güisqui del bueno. Pero sabía beber y no se ponía a hablar pendejadas como Adriano y los otros borrachos dizque poetas y escritores. Además, Hierro no permitía que nadie le pagara sus tragos
No entiendo cuál es el encanto con este fantoche de Hierro. Por ahora, su prosa no es ninguna gran cosota. Okey, si escribe bien, tiene humor e interesa lo que narra, pero nada más. Van a sacar una antología de este tipejo ahora y esto no es más que un ardid promocional. Caraduras
Farsantes, charlatanes y borrachos todos
vagos y maleantes
fui yo quien denuncié los contenidos tendenciosos de este blog deleznable