Traslados y Mudanzas
Victoria Carvajal
–Taxi, caballero…
-¿Cuánto me cobra hasta el tercer piso, maestro?
Detesta a los taxistas, ascensoristas, porteros, ejecutivos, secretarias, vendedores, buhoneros, dietistas, cobradores, pedigüeños, enfermeras, odontólogos, gestores, policías, mesoneros, etcétera. Floria es el punto de equilibrio de Darío, su contacto con la realidad, su guardaespaldas, su salvavidas, la voz de su conciencia, su cable a tierra. Sin vínculos legales, viven juntos desde hace años. El piratea programas de software en la minúscula sala-comedor del anexo de la quinta donde residen sin pagar alquiler (ni luz, ni gas, ni agua, ni teléfono), a cambio de vigilarla, cuidar los jardines y alimentar a los perros y la guacamaya. Ella trabaja seis horas diarias, de sábado a jueves, como recepcionista telefónica de Data-Taxi. El cocina, maneja la lavadora y se encarga del mantenimiento de la quinta. Ella plancha, limpia el anexo y friega los platos. Juntos, los viernes, hacen las compras.
Androcles es el dueño y chofer del siete-cincuenta que conforma su empresa de viajes y mudanzas. Los mellizos, sus vástagos con porte y fuerza de luchadores de sumo, son los cargadores. Dádiva, su concubina y madre de sus hijos, es la gerente-secretaria que regenta el negocio ubicado en su casa-galpón de El Llanito. A ella se le ocurrió la picardía. ¿Por qué no “expropiar” los muebles, electrodomésticos, línea blanca, video-accesorios, obras de arte (si las hubiere), joyas y dinero de los clientes de la compañía de taxis que soliciten un traslado al aeropuerto internacional?
Darío ejerce las labores de monitoreo de la vivienda seleccionada, en base a un estricto protocolo de despeje de variables: quinta sola, desprovista de sistemas de alarma, en urbanizaciones sin protección privada o a cargo de empresas corsarias, fácilmente engañables mediante papeles trampeados, generalmente la entrega y/o búsqueda de containers vacíos que traspasan repletos, luego, las garitas de vigilancia, avalada la transacción por la firma del propietario, bajo su nombre y apellido en perfecta letra de imprenta. A los empleados de seguridad más escrupulosos se les insta a telefonear a la residencia, donde el doctor tal se impacienta ante el retraso. Nunca lo han hecho, pero si la llamada ocurriese, Darío respondería legitimando la operación y elogiando al vigilante por ser tan concienzudo en sus labores. En breve, el supervisor y la junta de vecinos recibirían la buena nueva que, ¿quién sabe?, podría equivaler a alguna promoción, incentivo o ascenso. ¡Enhorabuena, gente como usted engrandecen la patria!. Y ahorita en navidad, repítame su nombre, espere mi aguinaldo. Generosidad obliga. ¿Usted toma whisky?. ¡No, ya sé que no cuando está en servicio, buen hombre!. Le prometo un Johnny Walker etiqueta azul que es para hacerse encima, y me perdona la expresión, pero ya usted sabe lo que quiero decir.
Invariablemente, la incursión es en día laboral y horario de oficina. El primer trabajo fue en Macaracuay. La quinta de un publicista que logró un contrato de seis millardos con el gobierno. Ochocientos metros cuadrados de tereno. Mil quinientos m2 de construcción. Tres plantas. Cuatrocientos cincuenta millones de contado por la vivienda, más doscientos millones en remodelaciones. Los muebles eran de Capuy. Todo lo demás de firma y derrochadoramente ostentoso. Neosaudismo que enfrentaba, en paredes opuestas, a Campos Biscardi con Manuel Cabré, a Reverón con Trompiz, a Feliciano Carvallo con serigrafías de Dalí vendidas por Italcambio. Un botín sustancioso y difícil de colocar. Abalorios Cartier, estilográficas Montblanc, computadoras sin instalar y dólares en efectivo como para empapelar la sala-comedor, el bañito, la cocina, la batea, el closet y el dormitorio de Floria.
Misión dos. La Boyera. El town-house de un general recién retirado. Dudaron en hacerlo, por lo del rango y el riesgo, pero nada. Al giorno. Tutti bene. Ni rastro de militares o escoltas. El tesoro consistió en una colección de armas, civiles y de guerra. Nunca se sabe.
Próxima estación: La Floresta. Residencia de la amante de un oncólogo incapaz de gastar al ritmo forte, piu forte con el que cobra a sus pacientes desahuciados. Ropa íntima francesa, lingerie que le dicen. Pelucas, joyas, adminículos eróticos como para abastecer el show-room de un sex-shop reputado y una videoteca porno-snuff con marcada predilección por la escatología. ¿Títulos?. “Asco Mórtix”, “Imploxión”, “Vivisecxión”, del sello “Suplicioux And Vicioux”®. Además, dosis masivas de marihuana, cocaína, opiáceos diversos y alcohol 100% importado.
Club de Campo. Abogado. Mucamas en casa. Dos dominicanas indocumentadas, amordazadas y amarradas suavemente para que puedan soltarse en un tiempo razonable. Antes de irse, cortan la línea telefónica. Entre otros valores, cargan con la primera edición del Relato de un náufrago.
Un viejito funge de sereno en un caserón de San Bernardino, pegado al Avila. No deja de roncar estrepitosamente durante la visita. Dádiva vende en el mercado negro un lote de equipos digitales de escaneo para telefonía celular y lotes de ropa outlet con pequeños desperfectos, moda primavera-verano.
El cadáver seccionado de un serbio solicitado por crímenes de guerra los sorprende en el congelador camuflado dentro de un closet en una vieja edificación de la urbanización Horizonte. El resto es un acaparamiento de delicatesses: vinagre balsámico, aceite de oliva extra-virgen, puré de castañas, cognac Remy, habanos, pata negra…
Alta Florida. sustraen montañas de CD´s que encuentran en lo que parece ser un estudio completo de sonido, pletórico de high tech y audio tools que hacen delirar al único cibérfilo del grupo, quien no quiere deshacerse de nada. Sus ruegos resultan en vano. Las reglas estipulan que todo debe convertirse en efectivo y repartirse en partes iguales.
El primer incidente ocurre en Terrazas de Santa Mónica, cuando una pareja de rotweillers ataca ferozmente a los mellizos. Androcles no duda en acribillarlos con su escopeta de cañón recortado. Tuvo que vaciarles varias cargas para que el par de bestias negras soltara a sus hijos ensangrentados. Esta omisión de información por parte de Darío les costó el alerta de los vecinos, la huida intempestiva y ciento treinta y seis puntos de sutura en los brazos y piernas de los cargadores.
Se declaran en paro forzoso por un tiempo. La prensa ya se refiere a ellos como “la banda de los mudadores”, “crimen organizado que saquea las viviendas de ciudadanos decentes y trabajadores”. Aparentemente, nadie acierta con el elemento común del viaje en taxi a Maiquetía.
Los seis implicados siguen su vida como si nada. Floria respondiendo llamadas ajenas. Darío pirateando programas y amaestrando a la guacamaya. Dádiva cebando a sus mellizos. Androcles repintando el camión, repotenciando el motor y poniéndolo a punto para futuros traslados. Viajes al interior y exterior. Seguridad y confianza. Su mudanza en manos expertas. Empresa familiar gerenciada por sus propios dueños desde 1974. Prima de cobertura amplia. Presupuestos sin compromiso. Servicio de embalaje, guardamuebles y encomiendas. Sede propia en El Llanito. Estacionamiento gratis para nuestros clientes. Teléfono: (0212) 916.09.90. Recorte y guarde este aviso. Página 1176. Páginas amarillas. Edición actualizada.
Victoria Carvajal
(Periodista egresada de la UCV. Participante del taller de narrativa “Dinámicas Urbanas”, trabaja como guionista en el servicio internacional de la radio-televisión belga)
Se ve la mano de la guionista y periodissta en este relato quee me ha hecho volver a recorrer caracas
parece un thriller
ES BUEN MODUS OPERANDI DELICTIVO LO DE DESVALIJAR A QUIENES BAJAN EN TAXI A MAIQUETIA Y EMPEZARAN A COPIARLO SI ES QUE AUN NO LO HAN HECHO, PERO NO RECUERDO HABER LEIDO NADA PARECIDO EN LA PRENSA
¡Gracias por las lecturas y comentarios!